La ferrovía
Una propuesta lógica de ingeniería, ciencia y tecnología sería volver a trazar y reforzar el ferrocarril longitudinal chileno, ojalá de Arica a Puerto Williams […] se podrían echar a andar vías transversales del Pacífico a la cordillera, mejorando la conectividad de los territorios, innovar internacionalmente las conexiones con Perú, Bolivia, Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay e impulsar una sólida red Latinoamericana Sur-Norte, Atlántico-Pacífico-Caribe […] Ese es un desafío titánico y épico para esta primera mitad del siglo XXI chileno”
China inaugura trenes que suben los Himalayas y trenes ultra rápidos para conectar la actividad productiva de sus 1.500 millones de seres humanos. En China hay 22.060 km de vía normal y 10.057 para trenes sobre 300 km/h. En Estados Unidos está la red ferroviaria más grande del planeta: 225.308 kilómetros, casi 11 veces su ancho país en tendido de rutas de acero hoy operativas. El 80% de las mercancías se mueve vía tren, y la red de pasajeros tiene 35.000 kilómetros, dos veces el ancho total de la nación. La India, país ferrocarrilero, tiene 67.368 kilómetros de vías férreas, 7.300 estaciones y mueve 23 millones de pasajeros al día. La red cubre absolutamente todo el país. Europa tiene también una enorme red ferroviaria, y trenes rápidos, eso sí, con muchas diferencias técnicas entre países, lo que dificulta los traspasos. En Japón el ferrocarril es lejos el medio de transporte más importante, y tiene la tercera red más extensa del mundo con trenes de alta velocidad, algunos de los cuales han superado lo 600 km/h. Como dato curioso, en Japón son dobles vías, por si un terremoto descarrila algún tren. Rusia une los despoblados territorios del oriente forestal y mineral con sus territorios europeos con los tramos ferroviarios más largos del planeta. Alemania tiene 41.315 km de red ferroviaria, esto es 561 veces su largo máximo norte sur. Los trenes magnéticos y neumáticos se están probando con éxito en muchas partes del planeta. En el mundo los ferrocarriles se densifican y tecnifican, sobre todo en los países más desarrollados.
¿Y que pasa hoy en Chile? o más bien ¿que fue lo que pasó en Chile? Pues Chile del siglo pasado fue el país más ferroviario de América Latina, tuvo el siglo XX hasta 9000 kilómetros de vías férreas en tramos que cubrían desde Arica a Chiloé, un ferrocarril unía Chile con Perú. Como anécdota, viajé una vez en el fantástico tren Arica-La Paz. Se podía ir de Antofagasta a La Paz, con un ramal a Salta, y desde Valparaíso a Mendoza. También viajé en un rápido automotor desde Valparaíso hasta Concepción sin bajarnos del tren. Chile se conectaba ferroviariamente con América.
Había una columna ferroviaria vertebral central en permanente construcción, que ya en el siglo pasado permitía ir desde Puerto Montt hasta Iquique. Esa columna central, cual espina de pescado, tenía 78 ramales de cordillera a mar, que unían centros mineros, agrícolas, pueblos y ciudades. Vale, decir durante un siglo habíamos construido una red notable de ferrocarriles que crecía en la medida que Chile crecía y se desarrollaba. Incluso habíamos comprado en Alemania un tren ultra-rápido capaz de correr a más de 200 km por hora la ruta Santiago Puerto Montt, y que aparentemente se quedó sin repuestos por la Segunda Guerra Mundial y murió abandonado en las maestranzas en los años 50.
A fines de los años 70 del siglo pasado, en plena dictadura cívico militar, comenzó un rápida muerte de nuestros ferrocarriles: muchas líneas pararon; otras fueron cruelmente levantadas (para qué levantar un línea de tren si no es para evitar que este nunca más circule); cientos de estaciones cayeron en deterioro -algunas se salvaron como recuerdos patrimoniales-; decenas de automotores, centenares de carros y locomotoras comenzaron a morir y el Estado de aquel entonces inició la era de las carreteras concesionadas y el transporte a petróleo en camiones cada vez más grandes. El gremio de los camioneros subió en poder y prestigio compensados por la gran huelga que precedió a la dictadura, mientras que los gremios ferroviarios se disolvieron en enormes maestranzas y estaciones abandonadas, tornamesas botadas, cesantes del comercio lateral ferroviario y miles jubilados ferroviarios nostálgicos de tiempos mejores.
Un solo vagón de tren puede hoy transportar rápido y seguro más de 50 toneladas. He visto pasar por mi ventana al otro lado de la bahía de Concón trenes con 40 a 50 carros de cobre hacia Ventanas y de vuelta otros 40 carros con carbón mineral que entran al centro de Chile. Eso significa por lo menos la carga de 90 camiones grandes en una vía de pavimento completamente deteriorada y colapsada de tráfico. No hay comparación entre la eficiencia del tren y el transporte carretero.
Mientras en el mundo desarrollado los trenes reinan en el transporte terrestre y se mueven a velocidades que ningún camión alcanza, en Chile intentan recuperarse de un intenso abandono político que ya lleva 50 años. Una propuesta lógica de ingeniería, ciencia y tecnología sería volver a trazar y reforzar el ferrocarril longitudinal chileno, ojalá de Arica a Puerto Williams. Hacer túneles largos y seguros es algo dominado, y con esto se podrían echar a andar vías transversales del Pacífico a la cordillera, mejorando la conectividad de los territorios, innovar internacionalmente las conexiones con Perú, Bolivia, Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay e impulsar una sólida red Latinoamericana Sur-Norte, Atlántico-Pacífico-Caribe. Sin olvidar que en Chile este es un desafío con energía eléctrica sustentable ya sea solar, eólica, con hidrógeno verde, oceánica o geotérmica. Eso es apoyar el futuro del desarrollo sudamericano. Ese es un desafío titánico y épico para esta primera mitad del siglo XXI chileno.
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Muy interesante la columna. Gracias Pedro.
Excelente Columna profesor Serrano, sobre este importate medio de transporte, fundamental para el desarrollo de los paises.