Adiós, profesor Wallerstein
Mil gracias, profesor Wallerstein, por haber tenido la suerte de ser su alumno, y por haberlo recibido el año 2015 en la PUCV. Desde el Foro Valparaíso continuaremos divulgando su visión de las ciencias sociales.
Este sábado 31 de agosto falleció Immanuel Wallerstein, destacado intelectual estadounidense. Para el Foro Valparaíso es una sensible pérdida: Wallerstein fue mi profesor en la Universidad de Columbia y hace casi cuatro años nos visitó en la PUCV, lugar en el que expuso su interpretación de la decadencia de Estados Unidos en la economía–mundo capitalista.
Immanuel Wallerstein desarrolló una activa carrera académica: fue profesor en la Universidad de Columbia; Director del Centro Fernand Braudel para el Estudio de la Economía en la Universidad de Binghamton; Director de estudios de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París y Presidente de la Asociación Internacional de Sociología. Hasta antes de morir fue Senior Research en la Universidad de Yale.
Pienso que la relación entre Immanuel Wallerstein, en su condición de profesor y yo en mi condición de alumno podría tipificarse grosso modo por la siguientes características:
No se basó en un rígido modelo de transmisión jerárquica del saber, sino que, por el contrario, el saber transmitido ha excedido los límites disciplinarios de la sociología para preguntarse al mismo tiempo por lo que podemos llamar los intereses cognitivos “metacientíficos” que tienen que ver con la definición de lo que consideramos como “la sociedad buena.” Y tampoco ha excluido de la relación alumno–profesor las emociones de afecto, probablemente la fuerza más poderosa que motiva la conducta de los seres humanos y por lo tanto la búsqueda del conocimiento del mundo en el que nos ha tocado vivir.
Siempre estaré agradecido por el excepcional afecto que Wallerstein y Terence Hopkins -su entrañable colega y amigo, y mi profesor consejero-, me brindaron cuando tuve la fortuna de conocerlos en la Universidad de Columbia, gracias a una beca concedida por la PUCV. Ediciones Universitarias de Valparaíso fue la primera editorial que tradujo un libro de Wallerstein al español (The comparative study of national societies, escrito en coautoría con Terence Hopkins y traducido al español por Oscar Luis Molina y yo). Los ensayos metodológicos de Hopkins, eran considerados por Wallerstein como los más importantes en el desarrollo del “análisis de los sistemas–mundo”. El primer volumen sobre el moderno sistema–mundo fue dedicado a su memoria (1974).
A comienzos del 2000 pedí al profesor Wallerstein examinar el capítulo “Después del Liberalismo” incluido en mi libro Crítica y Recreación del Proyecto Democrático. “Después del liberalismo” es el título de uno de sus libros más polémicos. En 2015 Wallerstein tuvo la amabilidad de escribir la presentación de mi libro titulado Immanuel Wallerstein: Globalización de la economía–mundo capitalista Perspectiva de largo plazo (FCE, 2016). Ese mismo año nos visitó en la PUCV y al año siguiente publicamos su conferencia como Cuaderno XVII, La declinación del poder hegemónico de los Estados Unidos, en el que incluimos la entrevista que dio al diario El Mercurio, titulada “Actualmente, ningún país está seguro de cuáles son sus mejores aliados”.
No es fácil cuantificar la magnitud y variedad de la obra de Wallerstein, difundida a través de medios escritos y digitales en libros revistas y diarios de todo el mundo, conferencias y entrevistas. Sin embargo, pese a estas dificultades, es posible destacar parte importante de su obra sobre el análisis de sistemas – mundo. Desde fines de los setenta hasta hoy publicó más de treinta libros de investigación sociológica e histórica, así como una infinidad de artículos en cientos de revistas especializadas. Desde 1998 hasta poco antes de su muerte publicaba periódicamente sus Commentaries en el sitio web del Centro Fernand Braudel de la Universidad de Binghamton, en los cuales analizaba el devenir del sistema-mundo capitalista.
El “Análisis de los sistemas–mundo” representa la contribución más importante de Wallerstein a la macrosociología histórica. Cabe señalar al respecto su crítico examen de los supuestos epistemológicos del saber ofrecido por las ciencias sociales convencionales heredadas del siglo XIX: los estudios nomotéticos con pretensiones de universalidad y estudios idiográficos interpretativos sin esas pretensiones, la elaboración de nuevas categorías conceptuales y métodos de investigación tales como el tiempo social-estructural o longe durée , pero no eterno, los ciclos Kondratieff y ciclos Hegemónicos, la incertidumbre del saber y de la predicción del cambio, la idea de utopística como crítica a la utopía y la integración entre ciencia filosofía y moral. El ejercicio utopístico no es la construcción de un futuro perfecto e inevitable, sino el de un futuro alternativo, realmente mejor en cuanto a su racionalidad substantiva– esto es menos desigual, menos jerárquico y más democrático, pero incierto desde el punto de vista histórico. Es por lo tanto, un ejercicio simultáneo en los ámbitos de la ciencia, la política y la moral. El análisis de sistemas–mundo fue definido por Fernand Braudel como una verdadera “revolución en la forma de conocer la historia”, especialmente la historia europea. A él dedicó el Volumen II del Moderno Sistema–mundo (1980) sobre el mercantilismo y la consolidación de la economía–mundo europea, 1600–1750. Similares juicios han sido hechos por sobresalientes cientistas sociales como Eric Hobsbawm.
En cuanto a su heterodoxa comprensión de la evolución del capitalismo histórico sólo quiero subrayar que él definió en Does capitalism have a future? (Oxford University Press, 2013), la incesante acumulación de capital como la condición sine quanon para comprender su real existencia. Descartó así la existencia del trabajo asalariado porque ha existido por miles de años antes del sistema– mundo moderno y porque hoy hay más trabajo no asalariado que trabaja asalariado, la producción para lucrar porque ha existido antes pormiles de año, aunque nunca llegó a ser la realidad dominante en ningún sistema histórico, y la existencia del “mercado libre” porque nunca ha existido como una institución libre de la regulación estatal. Al contrario, el capitalismo es impensable sin la intervención del Estado y la creación de cuasimonopolios.
Mil gracias, profesor Wallerstein, por haber tenido la suerte de ser su alumno, y por haberlo recibido el año 2015 en la PUCV. Desde el Foro Valparaíso continuaremos divulgando su visión de las ciencias sociales.
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Querido Crisóstomo:
me pareció excelente tu columna. En realidad Wallerstein contribuyó a desentrañar conceptos básicos para entender el desarrollo económico en los últimos siglos.
En mis estudios en Princeton también se aclaraba-por Gilpin, A. J. Lewis, Kennan, incluso Falk- las diferencias de naturaleza esencial entre el capitalismo y el mercado. De hecho, en Cuba una parte significativa de la producción de los campesinos va a mercados (ahora esto quedó consagrado en la nueva Constitución cubana como lo digo en mi artículo de la Post Guerra Fría).
La concurrencia de productores, vendedores y consumidores es muy anterior al capitalismo. En ese sentido es certero Wallerstein en que lo esencial del capitalismo es la acumulación.
Y como bien dices, nunca el mercado es tan “libre”. Gilpin nos insistía que siempre los Estados fijan las reglas del juego (aunque a veces sí son sobrepasados).
Un abrazo, Raúl
Querido Raúl: gracias por tu estimulante comentario.
Un abrazo,
Crisóstomo
Saludo y felicito a Cristóbal Pizarro por el cariñoso y merecido recuerdo de Wallenstein. No conozco bien su obra, pero sí a a amigos que encontraron en su pensamiento inspiración y guía.
^ Por lo que dice Crisóstomo, Wallenstein fue también un hombre acogedor y cariñoso..
Saludos de un viejo am sigo
Querido Ernesto: recién leo tu comentario y agradezco tus palabras
Un abrazo, Crisóstomo