La Guerra de Ucrania y la OTAN

Para los países europeos sigue existiendo un dilema básico y dos problemas. El dilema es cómo disponer de un aparato militar eficiente que sea propio de la Unión Europea y que no dependa de las decisiones de Estados Unidos en la OTAN. Los problemas son cómo hacer más eficiente su propio gasto militar y qué hacer con Rusia sin desfallecer en el intento.

Eduardo Araya Leüpin
Director General del Observatorio de Historia y Política del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es una organización político-militar destinada a promover la seguridad colectiva de sus 30 miembros. Su origen, en 1949, se remonta a la etapa más álgida de la Guerra Fría, cuando la posibilidad de una confrontación militar con la URSS en Europa parecía un escenario altamente probable. La Guerra Fría concluyó en 1991, pero ya en los años previos, como consecuencia de las transiciones a la democracia en Europa del Este y la reunificación de Alemania, el escenario de confrontación entre bloques (OTAN – Pacto de Varsovia) en Europa se había diluido. Era un escenario que hacia previsible la desaparición de la OTAN, pero esta no solo se mantuvo sino que se amplió, incluyendo a países que habían formado parte del Bloque Soviético. En los años de Trump en la Casa Blanca, la OTAN corrió el riesgo más serio en su existencia, paradojalmente, por decisiones de quienes habían definido la arquitectura del sistema internacional que funcionó durante el casi medio siglo de Guerra Fría. Como sabemos, Vladimir Putin ha esgrimido como justificación de la invasión a Ucrania la amenaza de la expansión de la OTAN en la esfera de influencia histórica de Rusia[1]. En este artículo queremos examinar la evolución de la OTAN y los efectos del conflicto en Ucrania.

De los orígenes a la Postguerra Fría

A menudo se piensa que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se fundó por interés de Estados Unidos dentro de una estrategia global denominada “Contención[2], que suponía una serie de pactos político-militares cuya función era “contener” el expansionismo soviético en el mundo. La OTAN era uno de estos pactos que junto a otros como el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) o la SEATO (Organización del Tratado del Sudeste Asiático), tenían esa función; pero eso sólo es parcialmente correcto. La creación de la Alianza fue parte de un esfuerzo más amplio para cumplir tres propósitos: disuadir el expansionismo soviético, eliminar el resurgimiento del militarismo nacionalista en Europa a través de una fuerte presencia norteamericana en el continente y fomentar la integración política europea. En estos objetivos coincidían también los intereses europeos[3]. El primer Secretario Gral. de la OTAN, el británico Lord Ismay, lo sintetizó de la siguiente manera: “El objetivo de la OTAN es tener a los rusos fuera, a los alemanes abajo y a los norteamericanos dentro”.

Los Estados europeos necesitaban garantizar su seguridad antes de comenzar a hacer avanzar el proceso de integración que culminaría en la Unión Europea. Con este objetivo, varias democracias de Europa Occidental se unieron para implementar proyectos europeos de cooperación militar; pero al final, se concluyó que sólo un acuerdo de seguridad verdaderamente transatlántico podría disuadir la agresión soviética y al mismo tiempo prevenir el resurgimiento del militarismo europeo. En consecuencia, después de muchas negociaciones, el Tratado del Atlántico Norte se firmó el 4 de abril de 1949 entre 10 países europeos más Canadá y Estados Unidos. En el conocido Artículo 5, los nuevos Aliados concordaron en que “un ataque armado contra uno o más de ellos … será considerado un ataque contra todos ellos” y que en consecuencia, cada Aliado tomaría “las acciones que considere necesarias, incluyendo el uso de la fuerza armada”. Posteriormente se incorporarían Grecia y Turquía (1952) Alemania Federal (1955) y España (1982). Con el fin de la Guerra Fría, en 1999 se incorporaron tres ex -miembros del Pacto de Varsovia: Hungría, Polonia y la República Checa. Otros 4 países de Europa del Este se integraron el 2004 y también los tres Estados Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania). El 2009 se incorporaron Albania y Croacia, Montenegro en 2017 y finalmente Macedonia en 2020 (ambos partes de la ex Yugoslavia). A comienzos del 2022, eran 30 países. Recientemente, dos históricos neutrales, Suecia y Finlandia decidieron incorporarse a la Alianza en un proceso directamente vinculada a la invasión a Ucrania[4].

Tras el fin de la Guerra Fría la amenaza inicial ya no se percibía como tal y la OTAN debió adaptarse. Se estableció el Consejo de Cooperación del Atlántico Norte (rebautizado como Consejo de Asociación Euroatlántico en 1997). Este foro se convirtió en un mecanismo de consulta con los vecinos de Europa Central, del Báltico, Europa del Este y Asia Central. La cooperación también se extendió hacia el sur cuando, en 1994, la Alianza fundó el Diálogo Mediterráneo con seis países mediterráneos no miembros: Egipto, Israel, Jordania, Mauritania, Marruecos y Túnez. Argelia también se unió en 2000.

El rol de la OTAN se puso a prueba con la disolución de la ex Yugoslavia. Allí, el colapso del comunismo dio paso a la violencia étnica y genocidio. La Alianza decidió actuar. Inicialmente de una manera muy limitada (embargo naval y exclusión aérea), pero finalmente, la Alianza llevó a cabo una campaña aérea (septiembre de 1995) que jugó un rol importante en la finalización del conflicto. En 1998 el conflicto se reprodujo en Kosovo. Tras el fracaso de los esfuerzos internacionales para resolver la crisis, la OTAN llevó a cabo ataques aéreos durante 78 días con el objeto de permitir que una fuerza multinacional de mantenimiento de la paz entrara en Kosovo y cesara la limpieza étnica en la región. Posteriormente se llevó a cabo el despliegue de una Fuerza multinacional de la OTAN (KFOR) que aun hoy está desplegadas en Kosovo Fue la primera y única acción militar de la OTAN en Europa.

En la Cumbre de Londres (1990), la OTAN decidió evolucionar hacia nuevas tareas: la Gestión de Crisis y la Seguridad Cooperativa, que ganan terreno a la misión tradicional de Defensa Colectiva. El atentado a la Torres Gemelas (2001) indujo otros cambios. La Alianza, que por primera vez invocó el Artículo 5 de defensa colectiva tras ese ataque, reorientó la definición de área de operaciones (tradicionalmente Europa) hacia otras áreas estratégicas, desarrollando capacidades expedicionarias para contribuir a la lucha de la comunidad internacional contra el terrorismo, así como para la gestión de crisis fuera del área de responsabilidad histórica de la Alianza. Esta visión de la OTAN quedó consolidada en el Concepto Estratégico de Lisboa (2010), pero que perdió vigencia apenas cuatro años después con la anexión de Crimea por parte de Rusia (2014). Esa crisis impulsó un tímido proceso de adaptación de la Alianza Atlántica, que asumió la necesidad de revitalizar su dimensión defensiva tradicional. En Julio del 2018, el Pdte. de Francia Emmanuel Macron, para describir la situación de la OTAN, usó la frase muerte cerebral: con ello se refería a la perdida de sentido de la OTAN y a la pérdida de seguridad de los europeos respecto del compromiso del Gobierno de Trump con el principio de la seguridad colectiva. Trump, junto con amenazar con el retiro de su país de la OTAN, se había referido de manera insistente al hecho de que los países europeos debían pagar por su seguridad a Estados Unidos, porque gastaban demasiado poco en defensa. En efecto, prácticamente ningún país cumplía con el compromiso de destinar el 2% PIB a defensa. En la cumbre de Londres (2019) se inició el proceso de desarrollo de un nuevo Concepto Estratégico (Iniciativa OTAN 2030) y se generaron compromisos de financiamiento adicional. Con la llegada de Biden a la presidencia y la Cumbre de Bruselas (junio de 2021)[5] esa situación de tensión en las relaciones transatlánticas fue superada, aunque algunas áreas de fricción no han sido del todo resueltas[6].

La Guerra de Ucrania y sus efectos para la OTAN

Como hemos señalado en un artículo anterior, la invasión a Ucrania generó no solo cambios en la OTAN, sino que cambió sustancialmente la perspectiva de los europeos sobre su propia seguridad. Paralelamente, la crisis de Ucrania generó efectos negativos múltiples sobre las economías de la Unión Europea, ya sobrecargada por la recuperación económica en la postpandemia. La evidencia de este cambio es múltiple y por razones de extensión nos centraremos aquí solo en dos áreas: La incorporación de Suecia y Finlandia a la OTAN y la Cumbre de Madrid.

Suecia y Finlandia fueron neutrales históricos, pero por razones diferentes. Suecia, tras las guerras napoleónicas asumió la neutralidad como una cuestión identitaria. Su mayor contendor fue Rusia hasta la época de Pedro el Grande. Esa decisión le permitió a Suecia concentrarse en un desarrollo industrial autónomo exitoso y en el largo plazo poder financiar su estado de bienestar. Durante la II Guerra Mundial Suecia logró sostener su neutralidad a cambio del compromiso de mantener envíos regulares de mineral de hierro a Alemania. Durante la Guerra Fría, Suecia mantuvo esa posición de no alineamiento pero paralelamente desarrolló una importante capacidad disuasiva y una muy eficiente industria de defensa.

El caso de Finlandia es distinto. Finlandia fue sucesivamente parte del reino de Suecia y del Imperio Ruso. Logró su independencia como consecuencia de la Revolución Bolchevique y el apoyo de los alemanes (1917-1918). En 1940 Rusia invadió Finlandia y tras una heroica y eficiente defensa finlandesa, se llegó a aun acuerdo de paz que obligó a Finlandia a cesiones territoriales que garantizaran para la URSS la seguridad de Petrogrado/Leningrado y su entorno. Durante la guerra, Finlandia fue beligerante contra la URSS, pero no contra los Aliados. Tras la guerra, Finlandia debió firmar una paz por separado y un acuerdo complementario (TCAM 1947/1948) que la obligó a mantener la neutralidad[7]. Mantuvo su independencia, pero en una condición en que la política finlandesa no podía afectar intereses soviéticos (“finlandización”).

Sin embargo, tras el fin de la Guerra Fría y particularmente con su incorporación a la Unión Europea (1995), la política de neutralidad estricta comenzó a desplazarse tanto en la participación activa en la Política Europea de Seguridad Común (PESC) como en diversas formas de cooperación militar con la OTAN,[8] aunque manteniendo siempre la decisión última de no ser parte de la Alianza. En ambos casos, la incorporación a la Unión Europea tenía un obvio componente económico, pero en el caso de Finlandia además hubo consideraciones geopolíticas: Finlandia tiene una frontera común con Rusia de más de 1.300 Km. Otra razón importante para cooperar con la OTAN fue el tema de los costos de la disuasión. En la década del 60, Suecia gastaba 3,8% del PIB en defensa, reduciéndose hasta alcanzar el 2,2% del PIB. Luego cayó al 1,2% del PIB en 2010 y se mantuvo en ese monto hasta el 2020. En el caso de Finlandia el presupuesto se mantuvo relativamente constante: desde los años 60s a la fecha el gasto ha fluctuado entre 1,8% y 1,5% del PIB.

¿Qué es lo que cambió en la opinión pública y en las elites de ambos países en términos de su incorporación definitiva a la OTAN? La respuesta es simple y obvia: La Guerra de Ucrania y la imagen de Rusia como amenaza. No deja de ser paradojal que algunos análisis occidentales estimaban aún a fines del 2020 que si bien en el mediano plazo era probable la incorporación de Suecia, consideraban inviable el ingreso de Finlandia, particularmente por el sostenido rechazo en su sociedad civil (64% en contra según encuestas aun en 2021), lo cual es también indicativo del impacto que la guerra de Ucrania tuvo en la opinión pública finesa[9].

¿Qué le aportarían ambos países a la OTAN? Suecia posee poco más de 10 millones de habitantes frente a los 5 millones de finlandeses. Ambos tienen una cooperación en materia de defensa muy articulada, con iniciativas a nivel bilateral que mantienen desde 2015, como de la participación de ambos en el Foro de Defensa Nórdica (NORDEFCO). Suecia posee un ejército de 23.600 efectivos y 11.200 reservistas. Por su parte, Finlandia tiene 23.000 efectivos. La mayor contribución militar de Suecia y Finlandia a la OTAN reposaría en su poder aéreo. Ambas naciones sumarían la nada despreciable cantidad de 120 aviones de combate muy modernos (Saab Gripen NG suecos y F16 finlandeses que serán reemplazados próximamente por cazas F35 de Quinta Generación) y un soporte terrestre que les permite incluso operar desde estructuras viales normales y no solo de bases aéreas. Desde el punto de vista geopolítico en cambio el aporte para la OTAN es muy importante. Aumenta sustantivamente el control de la Alianza sobre el Báltico y por tanto limita la operacionalidad de los submarinos soviéticos y de la base naval de Kaliningrado. El hecho de que Finlandia y Rusia compartan una frontera de más de 1.300 km es otra paradoja: uno de los argumentos de Putin para invadir Ucrania era la posibilidad de que Ucrania acercara la frontera de la OTAN a Rusia. Ahora Rusia tendrá una frontera con la OTAN mucho más extensa en un área que históricamente fue muy estable, lo que obligará ahora a Moscú a destinar más recursos militares para proteger su flanco norte y la Península de Kola, lugar de emplazamiento histórico de buena parte de su arsenal nuclear, así como también de los puertos de Murmansk y Severomorsk, bases de la Flota del Norte.

Como sabemos, la solicitud de incorporación de Suecia y Finlandia fue inicialmente vetada por Turquía con el argumento de que ambos países otorgan protección a miembros de organizaciones kurdas (PKK) que tanto Turquía como la Unión Europea califican como terroristas, pero la agenda de Erdogan siempre es más compleja y presumiblemente había otras razones para una posible negociación de cara a las próximas elecciones en Turquía. Finalmente, se logró una solución en la Cumbre de Madrid.

La Cumbre de Madrid (29 y 30 de junio) y la Nueva Agenda de la OTAN

Junto a los 30 Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros, participaron en esta cita los representantes de Suecia y Finlandia, pero también y por primera vez representantes de Japón, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur. La presencia de estos países era simbólica y vincula de manera explícita dos escenarios que hasta ahora tenían desarrollos separados: los conflictos con Rusia y China y que podría entenderse también como una respuesta a la declaración conjunta de Putin y Xi Yinping con motivo de la inauguración de los últimos Juegos Olímpicos de Invierno.

Los cambios que se introdujeron son multidimensionales (territoriales, operativos y de posicionamiento estratégico en el mundo). De forma inmediata, se acordó reforzar el flanco oriental (el actual despliegue de los ocho batallones de la Presencia Avanzada reforzada (eFP) pasarán de su composición actual del orden de 900 efectivos a una formación tipo brigada de 3.000) y se crea un nuevo modelo de Fuerza de Respuesta Rápida que va a permitir desplegar 300.000 militares (frente a los 40.000 actuales) en plazos que van desde las 72 horas a un máximo de 15 días. Estas fuerzas requerirán de nuevo y mejor equipamiento, lo que supondrá nuevas partidas presupuestarias. Esto implica una reafirmación del compromiso de alcanzar la meta de 2% del PIB concordada en 2014 para 19 países, aunque algunos miembros como Gran Bretaña comprometieron metas de 2,5% del PIB. También se crearán nuevas brigadas destinadas a fortalecer el flanco oriental entre los países Bálticos y Rumania.

El Concepto Estratégico de Madrid —el cuarto desde el final de la Guerra Fría— responde a un nuevo orden mundial que se está configurando en torno a dos polos: el Occidental, liderado por la propia Alianza y la Unión Europea, y cuyo paradigma es la democracia y el tejido institucional y normativo que sustenta el orden internacional basado en reglas, y otro, el que representarían Rusia y China, ambos regímenes autocráticos, aun cuando se establece una clara diferencia: La Federación Rusa es y va a seguir siendo la principal amenaza para a la seguridad de los países miembros[10].

La defensa aliada se plantea con una percepción de 360 grados y despeja dudas sobre la proyección geográfica de su cláusula de defensa mutua: “Si bien la OTAN es una Alianza defensivanadie debería dudar de nuestra fuerza y determinación para defender cada pulgada del territorio aliado, preservar la soberanía y la integridad territorial de todos los aliados y prevalecer contra cualquier agresor”. Esta nueva redacción transciende el límite geográfico marcado por el Tratado de Washington en la denominada área noratlántica y, por primera vez, ofrece una clara cobertura de seguridad a zonas de interés específicamente español (Magreb) o Hawai. También el documento hace por primera vez referencia a amenazas provenientes desde el sur (Sahel) y el Medio Oriente, como consecuencia de la inestabilidad en aquellas regiones.

En la declaración final hay (obviamente) referencias al compromiso de mantener el apoyo a Ucrania (para renovación de sus equipos militares, impulsar su entrenamiento para el manejo de armamento con estándares OTAN que permitan la interoperabilidad y fortalecer aún más sus instituciones de seguridad y defensa) y también temas políticamente correctos: La asociación estratégica OTAN-Unión Europea, fortalecimiento de los mecanismos de consulta en temas de interés común, como la movilidad militar, la resiliencia, el impacto del cambio climático en la seguridad, tecnologías emergentes, seguridad humana y (como no) la Agenda de Mujeres, Paz y Seguridad.

En definitiva, la OTAN sale de la Cumbre de Madrid mucho más fortalecida de lo que estaba, con más certezas en la seguridad colectiva y a sus países miembros con la convicción de que mantener capacidades disuasivas no es un lujo, sino una necesidad. En 2002, Robert Kagan ironizó en un libro que se convirtió en un Best Seller: Los Americanos son de Marte, los Europeos son de Venus[11]. Dicho de otro modo, los europeos decidieron no gastar en defensa para gastar más en bienestar y solo tienen poder blando, lo cual los limita; los norteamericanos tienen poder duro, pero eso también condiciona sus opciones para actuar de manera eficiente en política internacional. Para los países europeos sigue existiendo un dilema básico y algunos problemas pendientes: el dilema es cómo disponer de un aparato militar eficiente que sea propio de la Unión Europea y que no dependa de las decisiones de Estados Unidos en la OTAN. Un primer problema es cómo hacer más eficiente su propio gasto militar. La Unión Europea en su conjunto gasta mucho mas que la Federación Rusa, pero tiene menos capacidad militar, Francia gasta más o menos lo mismo que Alemania en defensa, pero las capacidades francesas son mucho mayores. El otro gran problema es qué hacer con Rusia sin desfallecer en el intento. Rusia seguirá estando allí y la gran pregunta es si la convivencia civilizada que predominó en los años de Gorbachov y Yeltsin fue un momento que se puede recuperar o si fue solo un breve paréntesis en donde la naturaleza de las relaciones con Rusia está marcada por un antagonismo radical del cual depende la existencia histórica de Rusia como una unidad civilizatoria (Eurasia), como sostiene Alexander Dugin. De por medio, la Guerra de Ucrania se ha transformado en una guerra de desgaste, incluso en el Donbás en una guerra de trincheras, sin evidencia alguna de posibles acuerdos en el horizonte. En Europa el invierno se acerca, sin caminantes blancos por cierto (Juego de Tronos), pero con costos crecientes para todos.

*Agradecimientos: Observatorio de Historia y Política del Instituto de Historia PUCV


[1] El presidente ruso realizó estas declaraciones en el marco de la cumbre de la OTAN que se celebró en diciembre del 2019 en Londres con motivo del 70º aniversario del nacimiento de la organización militar. Europapress, “Putin dice que la expansión de la OTAN hacia el este supone una “amenaza potencial” para Rusia”, 3 de diciembre de 2019. Disponible en https://bit.ly/3q13swK

[2] Paradojalmente, el creador de esa estrategia, que definió la política exterior de Estados Unidos durante toda la Guerra Fría, George Kennan fue el primero en advertir tempranamente que la expansión de la OTAN hacia la Europa del Este no solo era innecesaria, sino que era un error. Opinión muy discutible que se ha reflotado a propósito de la Guerra de Ucrania y que hemos examinado críticamente en otro artículo en este mismo medio. “Ampliar la OTAN sería el error más fatídico de la política estadounidense en toda la era posterior a la guerra fría. Cabe esperar que tal decisión inflame las tendencias nacionalistas, antioccidentales y militaristas en la opinión rusa”. Ver Kennan. G. “A Fateful Error”, New York Times, 5 de febrero de 1997. Disponible en https://nyti.ms/3Ty0CNf

[3] “A Short History of NATO”, 3 de junio de 2022. Disponible en https://bit.ly/2AW3BuA

[4] Las razones por las cuales la OTAN no se disolvió sino que se expandió tras la Guerra Fría requerirían de otro artículo, porque además no eran idénticas para todos los miembros. En algunos casos (Polonia, los Estados Bálticos), la percepción de Rusia como amenaza era evidente y tenía razones históricas, pero en todos los casos operó un supuesto básico de la teoría de la interdependencia compleja: cooperar es racional, porque reduce costos, primero el de la incerteza, pero además los costos económicos y políticos de la disuasión (N. del Autor).

[5] Entre los puntos relevantes del Comunicado de Bruselas se destacan: a) Rusia como amenaza (pts. 9-15). Incluye el respaldo a la integridad territorial de Ucrania, Georgia y Moldavia; b) China como desafío: aumento de su capacidad militar y distancia respecto de valores occidentales; c) Disuasión Nuclear y Defensa Antimisiles (pts. 40-44) -subraya continuidad con la agenda de Lisboa-; Desarme, Control y no Proliferación Nuclear en conformidad a mandatos de la ONU; referencias a Corea del Norte e Irán (pts. 45-52). Ver “29ª Cumbre de la OTAN – 11-12 Julio Bruselas”, Departamento de Seguridad Nacional, Gobierno de España. Disponible en https://bit.ly/3cCPZZ3

[6] La desconfianza sobre el compromiso norteamericano con la seguridad europea estimuló obviamente la preocupación en Europa por fortalecer mecanismos propios (es decir, de la Unión Europea) de seguridad y cooperación militar, un tema respecto del cual los franceses históricamente han tenido mucha sensibilidad. Esto llevó a la creación de programas como PESCO con fondos adicionales para fortalecer el desarrollo de la cooperación europea en industrias de defensa para cumplir varias metas: a) reducir la dependencia del mercado norteamericano y evitar que esos fondos fluyan hacia empresas estadounidenses (que son las que dominan el mercado); y b) reducir la multiplicidad de proyectos y productos nacionales europeos en materia de defensa que tiende a diluir los efectos del gasto. Sin embargo, separar la participación de multinacionales en un mismo mercado no es tan simple y muchas empresas norteamericanas proveen o coparticipan con empresas europeas. Ver Permanent Structured Cooperation (PESCO). Disponible en https://www.pesco.europa.eu/

[7] Ver Mackinlay, A. “La neutralidad de Suecia y Finlandia, semejanzas, diferencias y futuro”, Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), abril de 2020. Disponible en https://bit.ly/3RydmSp

[8] Las dos naciones ingresaron en 1994 en el programa Partnership for Peace (Pfp) y en 1997, desde su creación, en el Euro-Atlantic Partnership Council (EAPC). Además, han participado también en operaciones y ejercicios de la OTAN: Suecia en las misiones en Bosnia- Herzegovina, Kosovo, Afganistán y Libia, tomando parte en ejercicios como los Steadfast Juncture y Steadfast Jazz, en el área del Báltico, o los ya mencionados Iceland Air Meet 2014 y Trident Jucture 2015 y 2018 y BALTOPS 2019. Finalmente cabe señalar que la aproximación de ambas naciones a la Alianza Atlántica alcanzó su máxima cercanía cuando, durante la cumbre de Cardiff, en septiembre de 2014 firmaron acuerdos de colaboración con la Alianza como nación anfitriona o Host Nation Support (HNS), estableciendo el marco para que proporcionen apoyo a fuerzas de la OTAN que puedan desplegar en su territorio. Ibidem

[9] Stefanoni, P., “La Guerra de Ucrania vista desde Finlandia. Entrevista a Teivo Teivainen”, Nueva Sociedad, abril de 2022. Disponible en https://nuso.org/articulo/ucrania-rusia-finlandia/

[10]la Federación Rusa es la más significativa y directa amenaza para la seguridad de los aliados y la paz y estabilidad del área euroatlántica… de Pekín afirma que las maliciosas operaciones cibernéticas e híbridas de China y su retórica de confrontación y desinformación dañan la seguridad de la Alianza. Pero al mismo tiempo hay muchos más elementos a los que dar respuesta: el mundo sigue en peligro por el terrorismo internacional … en todas su formas y manifestaciones la amenaza asimétrica más directa para la seguridad de nuestros ciudadanos y para la paz y la prosperidad internacionales, señala el Concepto— y amenazas emergentes como las cibernéticas, espaciales, híbridas y asimétricas, la desinformación o el uso malicioso de nuevas tecnologías. El documento también introduce factores de riesgos, entre los que destaca el cambio climático, la dependencia energética o el uso de la coerción económica. Por primera vez, la Alianza advierte de que un ataque singular o una serie de ciberataques maliciosos podrían alcanzar un nivel suficiente para ser considerados un ataque armado a efectos de aplicar el Artículo 5 del Tratado de Washington. También afirma que podría homologarse a una agresión militar el uso coactivo de tácticas políticas, económicas, energéticas o de información. Departamento de Seguridad Nacional, “Resultados de la Cumbre de la OTAN en Madrid”, Gobierno de España, 1° de julio de 2022. Disponible en https://bit.ly/3RLp7oL; Instituto Español de Estudios Estratégicos, “El futuro de la OTAN tras la Cumbre de Madrid 2022”, Colección Cuadernos de Estrategia, 2022. Disponible en https://bit.ly/3Rkarwu

[11] Kagan, R., “Power and Weakness. Why the United States and Europe see the world differently”, Hoover Institution, 1° de junio de 2022. Disponible en https://hvr.co/3cFY6Ee;  Drezner, D., “Power and Weakness… and perspective”, Foreign Affairs, 2 de abril de 2012. Disponible en https://bit.ly/3TLqky6

Share

Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *