Valparaíso y los contenedores

Valparaíso seguirá siendo un Gran Puerto, un puerto pesquero, deportivo de yates y veleros, turístico para grandes cruceros, incluso de navíos de guerra, pero uno de contenedores del siglo XXI, en medio de la ciudad sólo la destruiría, en su única gran ventaja, el acceso ciudadano al mar.

Pedro Serrano R.
Director de la Unidad de Arquitectura Extrema, UTFSM. Presidente de la Fundación TERRAM para el desarrollo sustentable. Socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso.

Hubo una época en que los veleros del planeta pasaban por estrecho de Magallanes y llegaban a Valparaíso, puerto clave del tráfico mundial. Entonces en Valparaíso se vivía de su puerto, había bancos internacionales, casas comerciales de todo el planeta, y se plantaban hectáreas de cannabis o cáñamo en san Felipe y los Andes, para abastecer el cordaje con que arbolar los sufridos veleros luego de su paso por los mares australes.

Miles de familias vivían y dependían de su puerto. Valparaíso fue entonces una verdadera ciudad puerto internacional. En la bahía había decenas de navíos, cientos de embarcaciones y faluchos. La carga y descarga se hacía a mano por parte de cientos de boteros y cargadores que, como debían estibar o equilibrar la carga, comenzaron a llamarse estibadores. Chile además vivía entonces la fiebre del salitre. El 14 de septiembre de 1863 comienza a correr el tren entre Valparaíso y Santiago, que conectaba con Iquique, Puerto Montt y Argentina, permitiendo el traslado de importaciones y exportaciones. Valparaíso creció como nunca en la bonanza, adquirió fama internacional, se transformó en un mito para los marinos globales.

El 15 de agosto de 1914 se hace el primer cruce por el  Canal de Panamá. En menos de un año comienza la decadencia de la ciudad puerto de Valparaíso, ciudad que no ha dejado de decaer hasta 2021, puesto que ha seguido en la idea del puerto de carga, sin asumir las profundas transformaciones tecnológicas y sobre todo de espacio, que ya el siglo XXI ponen en aprietos la idea de “ciudad puerto de carga”.

Independiente que los barcos son mucho más grandes -un new panamax que tiene un calado de 15,2m, hasta 294 m de eslora y una manga de 49, lo justo para pasar por las primeras ampliaciones del canal-, requiere de mayores largos en los muelles de atraque, mayor calado y mayores superficies para maniobrar.

En 1997 comienza la privatización de los puertos, dándose curso a la Ley 19.542. La estatal Empresa Portuaria de Chile dejó de existir, y en 1999 los sitios 1 al 5 fueron adjudicados a un consorcio formado por Inversiones Cosmos Ltda. El puerto sigue siendo propiedad del Estado y administrado por EPV, la Empresa Portuaria  Valparaíso (19 diciembre 1997), que tiene hoy 4 contratos de concesión con compañías privadas.

Para Valparaíso y su gente, solo queda el paseo muelle Prat. El resto de su superficie de orilla es para la operación del tráfico marítimo. Esta ansiedad de la empresa por ocupar espacio en el mar y en la ciudad, se asocia por supuesto al nuevo tamaño de los barcos, pero también a la tecnología de manejo de cargas: el conteiner o contenedor metálico.  Inventado por Malcom McLean, el primer contenedor hace la ruta New York- Houston en 1956. Hace solo 65 años, esto inició la era de un tecnología imposible para el Puerto de Valparaíso.  Un panamax transporta 4000 contenedores y post panamax podría llegar con 14.000 contenedores. En un puerto moderno se requiere tecnología y organización para cargar y descargar esa cantidad de contenedores en poco tiempo. Aparecen los sistemas de enormes grúas automáticas gestionadas por informática y es posible apilar hasta 12 contenedores de altura (2,89m x 12 son 34 metros de alto, un edifico de 11 pisos, no recomendable en un país sísmico). Un solo barco puede llenar hectáreas de espacio en tierra.

El problema de Valparaíso y el drama de la ciudad, se verifica en este punto: los contenedores deben ser bajados y subidos con celeridad, deben entrar y salir de una ciudad hundida entre los cerros y se necesitaría, aparte de un buen tren, que hoy no tiene salida efectiva al ferrocarril central, en su defecto miles de camiones (uno por contenedor). Se requiere de grandes paños de superficies donde estacionar, almacenar cargar-descargar y transitar. Y Valparaíso NO tiene esas superficies, y las pocas que hay, que jamás van a alcanzar, son de la ciudad y debiesen ser de uso ciudadano.

Para este tipo de carga, miles de contenedores, Valparaíso es hoy, 2021, una opción ciudadana inviable. Salvo que la ciudadanía aceptase una muralla gruesa, alta e impenetrable de contenedores entre el mar y la ciudad. Valparaíso ciudad ya está hace décadas destrozada por muchas razones, las empresas que lucran con el Puerto tiene sus centrales en Santiago, la tecnología del un puerto es cada vez mas escasa de puestos de trabajo. Tal como se ven las cosas, la ciudad ya en alto deterioro, no gana nada con el puerto de carga, miles de contenedores y miles de camiones que no ingresarán un peso a la ciudad. Es más, la competencia a escasos 59 km, Puerto de  San Antonio, presenta espacios planos de cientos de hectáreas, muelles mas extensos, trenes y carreteras eficientes de conexión, tiene peor tasa de usos por marejadas, pero aun así, ya supera a Valparaíso en capacidad de carga.

Valparaíso seguirá siendo un Gran Puerto, un puerto pesquero, deportivo de yates y veleros, turístico para grandes cruceros, incluso de navíos de guerra, pero uno de contenedores del siglo XXI, en medio de la ciudad sólo la destruiría, en su única gran ventaja, el acceso ciudadano al mar.

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