Crisóstomo Pizarro – Donald Trump en las tinieblas

Quizás nos estamos acercando a un periodo de bifurcación histórica, como dice Immanuel Wallerstein. Pero no sabemos si lo que resultará de la inminente crisis es un sistema mejor o peor al que ya tenemos. La única certeza que tenemos es que el cambio se producirá, y muy a su pesar, el presidente Trump no podrá evitarlo. 

Desde la campaña presidencial de 2016, el presidente Donald Trump ha creído que el abandono de los tratados de libre comercio y la imposición de políticas proteccionistas va a reactivar la economía de Estados Unidos.

El Presidente Trump oculta bajo la grandilocuencia de sus palabras y sus violentos tweets que Estados Unidos enfrenta desde la década de 1960 la declinación de su poder hegemónico. En las últimas décadas otras potencias, particularmente China, están amenazando el liderazgo de Estados Unidos en innovación tecnológica, producción, comercio y finanzas. Además, ha experimentado la caída de su poder político y militar y ha sufrido un continuo deterioro de su legitimidad para transferir los costos de la producción a las zonas periféricas de la economía-mundo, esto es, las más pobres y políticamente más débiles.

Trump  ha cometido un error de diagnóstico al atribuir a los “injustos” tratados de libre comercio la responsabilidad por la caída del empleo en la industria manufacturera ya que el 80% de ella se explica por el avance de la automatización y la inteligencia artificial. Además la mayor pérdida de empleos no se concentra en las manufacturas sino que en los servicios: en el comercio minorista, en seguros y finanzas y por las mismas razones que la caída del empleo en la industria manufacturera. Hay que subrayar  que el comercio minorista emplea a más personas que las manufacturas. Si el avance de la inteligencia artificial prosigue su marcha, no es infundado esperar una aún mayor reducción del empleo en  el sector servicios.

Como presidente, Trump retiró a Estados Unidos del Trans Pacific Partnership (TPP) y está renegociando el North America Free Trade Agreement (NAFTA–TLCAN). Este error de diagnóstico y sus consecuencias en la elaboración de políticas comerciales sirve de base a la crítica ideológica de la derecha extrema a la globalización. Y en esta medida el diagnóstico y sus derivaciones políticas también asumen una función ideológica en cuanto representan una distorsión de la realidad objetiva.

La decadencia del poder hegemónico de los Estados Unidos estaría ocurriendo cuando los principales Estados de las zonas centrales de la economía-mundo capitalista también se encuentran sumidos en una baja general de las tasas de crecimiento económico. Esto constituye un fenómeno nuevo en la larga historia del sistema. La asunción del liderazgo hegemónico por parte de Inglaterra en el siglo XIX, que sucedió al de Holanda en el siglo XVII, no aconteció en medio de una caída de todo el sistema-mundo capitalista. La economía-mundo capitalista no estaría viviendo hoy una recesión, sino que una depresión cuyo inicio puede remontarse a fines de los sesenta.  Durante todos estos años, en algunos países del centro del sistema se ha podido constatar el aumento del desempleo, el proceso de exportación recíproca de desempleados, la pérdida de beneficios sociales de los pensionados y de grupos desempleados, restricciones de los gastos en salud y educación. Estos problemas pueden ser claramente documentados en muchos estados de Estados Unidos, en la Eurozona y en las llamadas economías emergentes.

¿Acaso el presidente Trump cree que puede revertir esta tendencia?

Reitero: el presidente Trump ha hecho una mala lectura de la posición que actualmente ocupa Estados Unidos en el sistema-mundo al creer que las debilidades de su país se pueden subsanar a través de políticas proteccionistas.

Además, también yerra al creer que  la reactivación de la actividad industrial debe sostenerse en los combustibles fósiles. Él ha negado la existencia del cambio climático . Así lo ha demostrado al designar a Scott Pruitt, reconocido escéptico frente al cambio climático, como director de la Environmental Protection Agency (EPA). Trump emitió una orden ejecutiva en marzo de 2017 revocando la política ambiental desarrollada por Barack Obama, y reactivó la explotación de carbón, bajo el supuesto de aumentar la productividad económica y aumentar el empleo. En junio de 2017 Trump cumplió su promesa de campaña de abandonar el Acuerdo de París sobre cambio climático. Él ha dicho que trabajaría para garantizar que Estados Unidos se mantuviese como líder en temas ambientales, pero “bajo un marco justo”. Con su decisión, Estados Unidos pasó a ser uno de los tres únicos países –junto a Nicaragua y Siria– que han rechazado firmar el Acuerdo de París.

Las decisiones de abandonar los tratados de libre comercio y basar la política industrial en combustibles fósiles no sólo son sustantivamente erradas. También lo son desde un punto de vista procedimental por su carácter unilateral y desprecio total por el respeto a acuerdos adoptados legítimamente. Sólo el  nacionalismo retrógrado del Presidente Trump podría  dar pábulo a la expectativa de lograr mejorías en las condiciones económicas de sus ciudadanos fuera del ámbito de la cooperación internacional. Como se ha dicho, la crisis del poder hegemónico de Estados Unidos está sucediendo cuando también el sistema-mundo capitalista está experimente una crisis global la que es  imposible revertir sin decisiones también globales compartidas por  todos los Estados. Esto, a su vez, requiere de una gran reforma de las Naciones Unidas.

Quizás nos estamos acercando a un periodo de bifurcación histórica, como dice Immanuel Wallerstein. Pero no sabemos si lo que resultará de la inminente crisis es un sistema mejor o peor al que ya tenemos. La única certeza que tenemos es que el cambio se producirá, y muy a su pesar, el presidente Trump no podrá evitarlo.

Crisóstomo Pizarro C.

MA. en Sociología y Doctor en Ciencia Política. Socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso.