Alejandro Rodríguez – Valparaíso: innovación + diseño + emprendimiento. Una visión al 2030

En el año 2030, imagino Valparaíso como una ciudad bullente y próspera que ha recuperado el dinamismo que la distinguió el siglo XIX, que se encuentra nuevamente en las rutas mundiales, aunque esta vez no ya de los mapas marineros, sino de las redes del conocimiento, la innovación y el emprendimiento.

1967, el año de la semilla

El decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile, Ventura Galván, resolvió tomar una decisión arriesgada y creativa[1]. Comisionó a los profesores Eduardo Pérez y Sandalio Valdebenito para formar en la Sede Valparaíso de esa universidad, una Escuela de Diseño Industrial. Un proyecto audaz e innovador para un país que, en esos años, fomentaba la producción propia de bienes y servicios[2].

El enfoque sistémico que formó parte de su creación se ha mantenido en el tiempo y se ha acrecentado en la medida que la escuela fundamenta su quehacer en el desarrollo de soluciones creativas e innovadoras, basadas en la observación del comportamiento del usuario y en la integración de factores de factibilidad y viabilidad, es decir: tecnología y comercialización.

La concepción del diseño como una herramienta de desarrollo estratégico de las organizaciones mediante la integración de éste en el producto, la comunicación y los servicios asociados, configura su verdadero sentido actual como un factor determinante para la innovación incremental y radical en productos, servicios y procesos.

Valparaíso, Zona de Diseño

El año 2001, lideré una delegación que visitó la ciudad de Milán para conocer el Sistema de Diseño que integra empresas, universidades, estudios de diseño, fotografía, revistas, distribuidoras, tiendas especializadas, museos, premios y asociaciones gremiales. El conocimiento de esta realidad y la comprensión del sentido y potencia que puede adquirir el concepto de ciudad creativa, nos llevó a concluir que Valparaíso tenía las condiciones para ser un referente creativo de escala internacional.

2030 imaginando el futuro: la integración sistémica de los sectores productivos y de servicios

Teniendo esto y otros elementos de base, podemos imaginar un Valparaíso cuyo desarrollo se funda en la creatividad y el trabajo colaborativo.

La concentración de actividad universitaria que tendría lugar hacia el año 2030 permitiría imaginar la ciudad como polo de desarrollo del conocimiento avanzado, la transferencia tecnológica y el diseño, generando un modelo de integración sistémica de variados sectores cuyos desarrollos propios se articulan creando nuevo valor para la ciudad y sus habitantes.

Si los desarrollos impulsados por la concentración de la actividad universitaria efectivamente se concretaran, podríamos idealizar un nuevo Valparaíso en el cual destacarían algunos rasgos importantes.

En 2030 podríamos ver que el desarrollo de las universidades tradicionales impactaría positivamente en el sector vivienda, turismo y servicios, al atraer científicos e investigadores internacionales de todas las áreas y creando una demanda de servicios de mejor calidad.

El desarrollo sustantivo en investigación y creación de conocimiento lograría generar una marca de excelencia en educación superior, atrayendo a miles de estudiantes internacionales. Valparaíso transitaría de ser una ciudad pobre y deprimida a un punto que brilla con vida propia y destaca en el mapa mundial, como un polo de desarrollo del conocimiento, la innovación y el diseño: una ciudad creativa y creadora.

El puerto podría instalarse en Laguna Verde, gracias a una inversión pública de envergadura, similar a la realizada el siglo veinte para construir el molo de abrigo. Así se lograría conciliar el desarrollo portuario hacia el sur, y el universitario, en el Almendral, Placeres, Playa Ancha y Sector Puerto; hacia el año 2030 se habría conseguido mantener la trama urbana; ya no se construirían torres estándar y se generaría una importante inversión en viviendas y edificaciones de baja altura respetuosa de la estructura urbana, con bajo o nulo impacto ambiental.

La ciudad poseería un excelente sistema de transporte público. Los antiguos ascensores, formarían parte del sistema integrado permitiendo acceder a todos los puntos de la ciudad, a pesar de su compleja topología. Todo este movimiento de renovación traería de vuelta los servicios educativos y al comercio de calidad. La ciudad crearía condiciones para que muchos profesionales jóvenes la escogieran haciendo sustentable su desarrollo cultural y económico.

En este contexto, la ciudad se caracterizaría también por contar con el Hub de Innovación, Diseño y Emprendimiento más importante del país; un gran Centro de i+d+E, instalado en el antiguo Mercado Puerto. Operado en colaboración entre las Universidades del CRUV[3], el Centro podría ser un eje motor del desarrollo de Valparaíso, capacitando y creando valor para más de 10.000 microempresarios, lo que causaría un impacto notable en la calidad de vida de la ciudad.

Podría diseñarse transdisciplinariamente un nuevo sistema de recolección de residuos domiciliarios reconociendo las características socioculturales de cada cerro. El modelo involucraría a la población en la re-utilización de los desechos como fuente de abono y reciclaje, disminuyendo la cantidad a extraer desde las viviendas creando nuevas fuentes laborales.

La visión de Valparaíso como ciudad creativa, fundamentada en parte en los antecedentes señalados, crearía un rico tejido de micro emprendimiento, fomentado a partir de una investigación sobre el sistema productivo y de servicios de la ciudad. Con dicha información se diseñaría una estrategia de fomento tomando en consideración las tres componentes básicas para la innovación: el conocimiento, la inversión pública y la iniciativa privada.

Si nos remontáramos a fines del siglo XIX e inicios del XX, podemos encontrar una próspera y bien fundada industria de vestuario formada por costureras y sastres, que trabajaban -de preferencia- en sus propios hogares, a los cuales acudían los clientes para probarse los vestidos y trajes. Aunque ya había tiendas de vestuario, la costumbre de adquirir la tela y confeccionar la vestimenta a medida subsistió hasta mediados del siglo XX[4]. Ello podría servir de inspiración a diseñadores de vestuario, para que junto a ingenieros informáticos, diseñadores e ingenieros industriales, desarrollasen un software para escanear el cuerpo a partir de fotografías realizadas con teléfonos móviles y crear los patrones de corte de diseños que se escogerían vía internet. La artesanía de la confección se realizaría por las nuevas costureras, que serían capacitadas para utilizar esta tecnología y vender sus productos a través de catálogos electrónicos con un sistema de entrega a domicilio nacional e internacional. Esto sería gestionado por una corporación que crearía la marca Design(in)g Valparaíso Fashion, ubicada en el nuevo distrito de la moda que podría situarse en el sector Almendral, próximo a la avenida Argentina. Allí se concentrarían boutiques, la revista de moda latinoamericana de mayor circulación y estudios de fotografía especializada.

Así como la moda, también el cine, se concentraría en las antiguas bodegas de la Tornamesa de ferrocarriles, creando un distrito que reuniría empresas productoras, de iluminación, un gran estudio de imagen y sonido y el Centro Tecnológico del Cine, en el que se experimentaría con nuevas técnicas de animación, construcción de escenarios virtuales y plantas libres con acondicionamientos apropiados para filmación de escenas interiores. Valparaíso se convertiría en el polo de desarrollo del Pacífico Sur y el Festival de Cine de Viña del Mar adquiriría una notoriedad internacional impactando la industria mundial. Ello atraería a directores y actores de relevancia internacional y generaría un conjunto de externalidades de desarrollo intelectual, cultural y económico para la ciudad. Las películas que se filmarían posicionarían a Valparaíso como un lugar mágico que valdría la pena conocer, impactando en el número de turistas y estudiantes extranjeros de pre y postgrado que recorrerían calles, callejones y escaleras, maravillados con la luz, la calidez de sus habitantes y esa especie de nostalgia que invade la ciudad.

Junto a todo ello emergería una importante industria editorial, atraída por beneficios impositivos a la producción de libros, revistas y diarios, tanto en formato físico como virtual, innovando en los sistemas de producción y distribución.

El Maker Space (2017)[5] que permitió captar talento de jóvenes e incorporarlos a trabajar en el desarrollo de prototipos de ideas de productos basados en electrónica, creó las condiciones para la integración de diseñadores e ingenieros en un rico diálogo que daría lugar hacia el 2020 en el plazo de pocos años a 10 nuevos proyectos de emprendimientos globales.

Finalmente, otras dos industrias de gran impacto se crearían también hacia el 2020 cambiando las características del cerro Los Placeres, donde se instalaría un importante número de empresas de diseño de aplicaciones tecnológicas para los sistemas de comunicaciones de última generación, entre los que destacarían aplicaciones para los “iHolograms con sonido 3d incorporado”.

El gran desarrollo de las tecnologías 3d posibilitaría la integración de ingenieros informáticos e industriales, escritores guionistas y diseñadores, pudiendo alcanzar más de 30 producciones anuales.

“Retrospectiva desde el futuro”.

Si haciendo un ejercicio de imaginación nos detuviésemos un instante en este Valparaíso prospectivo y miráramos el Valparaíso de 2015, sería asombroso ver cómo en sólo 15 años se podría repensar y replantear una ciudad que estuvo al borde de perder su principal activo: La calidad de vida, la posibilidad de acceder al mar y pasear por la orilla, sin que ello fuera obstáculo para que el puerto siguiera existiendo y expandiendo su potencial de carga.

En esta realidad imaginada, estamos suponiendo que, felizmente, un poderoso movimiento ciudadano dio origen a nuevos liderazgos más claros y visionarios que priorizaron como ejes de desarrollo, el conocimiento generado por la ciencia y la tecnología, y el diseño que lo transforma en producto con valor de uso, valor simbólico y valor comercial, y que a su vez, potencia el territorio mediante la marca: Design(in)g Valparaíso. Una suerte de renacimiento de la idea de Valparaíso Zona Diseño creada en los primeros años del siglo XXI y que en 2030 podría apreciarse al recorrer la ciudad, sus nuevas tiendas, cafés y librerías que, aunque incorporando las nuevas tecnologías, no perderían el encanto y la cuota de nostalgia que caracterizaba a la ciudad en 2015. Todo ello traería un notable incremento en calidad de vida, en la cultura y en la economía local, ampliando la participación en el PIB; pero también en otros indicadores, como publicaciones, captación de recursos de investigación y desarrollo, logrando revertir la tendencia que se observaba en 2015 de fuga de talentos principalmente hacia la capital.

En el año 2030, imagino Valparaíso como una ciudad bullente y próspera que ha recuperado el dinamismo que la distinguió el siglo XIX, que se encuentra nuevamente en las rutas mundiales, aunque esta vez no ya de los mapas marineros, sino de las redes del conocimiento, la innovación y el emprendimiento.

[1] Esta columna es un resumen del artículo publicado en el cuaderno XVI del Foro Valparaíso, titulado “Soñando Valparaíso”, en el que también participaron académicos de las cuatro universidades del CRUV.

[2] Castillo E, E. Artesanos, artistas, artífices. La Escuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile, 1928-1968. Ocholibros editores / pie de texto, Santiago, 2010. El decano Ventura Galván había sido Director de la Escuela de Artes Aplicadas y a su vez de la Facultad de Bellas Artes, por lo que este debate no le era ajeno.

[3] CRUV: Consejo de Rectores de Valparaíso

[4] Herrera, A y Toro, E. Costureras, sastres y modistas: contexto manufacturero en Valparaíso, 1890-1960. Centro de Estudios y Conservación del Patrimonio Cultural de Valparaíso, 2013.

[5] El Proyecto Maker Space adjudicado por la Universidad de Valparaíso en el 2016, permitió instalar infraestructura de prototipado y crear un programa de formación en innovación y emprendimiento para estudiantes de establecimientos públicos de enseñanza media.

Alejandro Rodríguez M.

Director de Vínculos y Cooperación Internacional, Universidad de Valparaíso. Socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso.

Share

Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *