Fernando Rivas – Los impactos climáticos y los estragos de una peligrosa y lenta reacción
La humanidad en su conjunto ha reaccionado tarde para enfrentar el calentamiento global, una de las causas gravitantes del cambio climático, y esta falta de decisión y de presteza nos está pasando ahora la cuenta porque las modificaciones a los ecosistemas marinos, terrestres y aéreos han continuado su curso de modo inexorable, generando los desajustes necesarios para un cambio de estadio cuyas características aún no podemos dimensionar ni saber si serán favorables para la vida humana.
El cambio climático ya no es una acción de futuro o en proceso, sino que una realidad constatable y cierta, que padecemos y que castiga con catástrofes sorprendentes, sorpresivas e insospechadas. Por eso quizás sea preferible y más correcto a estas alturas hablar de Impacto Climático o de Impactos Climáticos, como consecuencia de un cambio que ya llegó y que ha ido transformando paulatina pero persistentemente la cara de nuestro entorno y de nuestra sociedad.
Los efectos y los padecimientos por estos impactos climáticos son múltiples y diversos. Van, desde la desaparición de playas hasta aluviones, incendios y lluvias torrenciales, que cobran vidas humanas o dejan en la miseria a cada vez más familias. Los impactos climáticos ya están aquí, y es absolutamente necesario ocuparse no sólo de su prevención sino que también de contar con métodos para poder enfrentar sus secuelas.
La humanidad en su conjunto ha reaccionado tarde para enfrentar el calentamiento global, una de las causas gravitantes del cambio climático, y esta falta de decisión y de presteza nos está pasando ahora la cuenta porque las modificaciones a los ecosistemas marinos, terrestres y aéreos han continuado su curso de modo inexorable, generando los desajustes necesarios para un cambio de estadio cuyas características aún no podemos dimensionar ni saber si serán favorables para la vida humana.
Las Conferencias COP
Se ha jugado inconscientemente con peligro y sólo a unos pocos les ha importado. A nivel mundial, Naciones Unidas ha desarrollado las conferencias sobre Medio Ambiente (COP), siendo la 21, en Paris, en 2015, la más relevante pues se propició un acuerdo internacional para mantener el aumento de las temperaturas por debajo de los dos grados Celsius con respecto a los niveles preindustriales e intentar limitar dicho aumento a 1,5 grados Celsius. La COP 22 estableció que en 2018 el Acuerdo entrará en vigencia al estar ya ratificado en 2016 por el quorum necesario de países, entre ellos Chile.
Sin embargo, se trata de una iniciativa que ha ido lenta y que ha sido muy criticada por ser prácticamente cosmética respecto del tema, al no apuntar con medidas decisivas regulatorias de emisiones contaminantes principalmente de la industria y de la producción minera. Ha faltado celeridad y profundidad sostiene la crítica principal.
Mientras tanto, nuestro ecosistema sigue agonizando o avanzando hacia una nueva configuración de la Naturaleza mundial.
Chile gravemente afectado
Chile está considerado como uno de los 10 países que se verá más afectado por los impactos climáticos, debido al aumento de las temperaturas, la disminución de las lluvias, el avance del desierto, el crecimiento de los océanos, y la mayor frecuencia de aluviones e incendios forestales. Nuestro país continuará con su ancestral sino trágico, como ya lo hemos vivido este año con los consecuentes incendios y aluviones, que además perjudican principalmente a ciudadanos de escasos recursos que lo pierden todo y muchas veces quedan reducidos a la miseria. Y es que las catástrofes suelen golpear a estos sectores que están menos protegidos y expuestos a los embates de la lluvia, de las mareas, de los vientos y de los incendios, por nombrar a algunos.
Nuestro país debiera ser uno de los líderes en combatir o adaptarse a estos impactos climáticos, pero la experiencia nos demuestra que en los desastres ocurridos ha faltado prevención, recursos y que las soluciones han venido después de que los problemas se han manifestado en toda su magnitud, cuando ya se han declarado y ejercido su acción devastadora.
En términos políticos, también se ha actuado con tardanza, pues nos hemos integrado con lentitud al esfuerzo mundial de las COP y en el propio país recién se están constituyendo equipos y organizaciones especializadas para prevenir y combatir estos impactos climáticos.
La primera de estas iniciativas nació justamente en la región de Valparaíso, considerada como la que más arriesga en el actual contexto, ya que podría modificarse sustantivamente su paisaje y condiciones de habitabilidad, toda vez que sobre ella avanza el desierto y el aumento permanente de las temperaturas. No obstante, recién a fines de 2016 se constituyó el Comité Regional de Cambio Climático (CORECC), el primero del país con tal de abordar la materia y asesorar al Gobierno y a los privados.
Valparaíso aparece amenazado por una fuerte baja en las precipitaciones del orden del 17% respecto de las estadísticas tradicionales; así como por un aumento constante de las mareas que terminarían con varias playas. La falta de lluvias podría traer aparejadas disminuciones en el caudal de los ríos y podría incidir en el abastecimiento de agua potable, junto con propiciar eventuales aluviones al derretir tempranamente las nieves de las montañas.
El problema se vuelve acuciante y ojalá esta nueva entidad se encargue de hacer ver a las autoridades no sólo un diagnóstico acabado de la situación sino que también las medidas preventivas derivadas del mismo, con tal de aplacar y disminuir los efectos de los impactos climáticos. De otro modo, seguiremos actuando a un ritmo tan lento y con tanta parsimonia que ni nos vamos a dar cuenta de cómo vamos a ir desapareciendo.
Fernando Rivas I.
Académico de la Escuela de Periodismo, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso.
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